martes, 3 de noviembre de 2009

crónicas del loco...

Todo el mundo decía que el Rey Eduardo VIII era muy frágil y muy débil y que no tenía la posibilidad de sobrellevar un reino lo cual no tiene acercamiento alguno con la realidad ya que si él tuvo la fuerza de abdicar un trono en pro del amor, él tenía esa fuerza.

(Fragmento del discurso de abdicación del Rey Eduardo VIII)
Todos vosotros conocéis las razones que me han inducido a renunciar al trono. Quisiera haceros comprender que, al tomar esta resolución, no he olvidado en absoluto al país o al Imperio, a los cuales, primero como príncipe de Gales y más tarde como Rey, he dedicado veinticinco años de servicio.


Pero podéis creerme si os digo que me ha resultado imposible soportar la pesada carga de la responsabilidad y desempeñar mis funciones como Rey, en la forma en que desearía hacerlo, sin la ayuda y el apoyo de la mujer que amo.

Deseo, asimismo, que sepáis que la decisión ha sido mía y sólo mía. Era una cuestión sobre la que debía juzgar únicamente por mí mismo. La otra persona afectada de modo directo ha intentado, hasta el último momento, persuadirme en el sentido contrario.

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