jueves, 17 de diciembre de 2009

crónicas del loco...

EL DICCIONARIO DE LOS VIENTOS.


PARTE 8

Cronistas [Jronisty] (Cronos: Una de las divinidades del panteón griego; posteriormente, la palabra griega cronos pasó a significar "tiempo"): En un principio, los adoradores de Cronos, miembros de la sociedad de Cronos. En su acepción amplia, todo lo que libera al pasado del futuro. Los C. prefieren la ausencia de cambios a los cambios ("la falta de noticias es una buena noticia"), la calma chicha al viento. El verdadero C. dejará la ventana cerrada aun en la habitación más viciada y nunca conectará el ventilador.



Los C. se dividen en pasivos y militantes. Los C. reciben negativamente cualquier cambio, incluso aquellos que son para mejorar, ya que invariablemente suelen ir acompañados de incertidumbre. Para escapar del incierto carácter del futuro, los C. investigan con denuedo el pasado. La relación de los C. hacia la historia queda expresada a la perfección por la célebre frase de Quintiliano: "La historia existe para escribirla, no para vivirla".



Más que nada los C. valoran el tiempo, al cual han proclamado como el mayor don del Relojero. Consideran como el más grave pecado gastarlo irracionalmente. "Prescindir del tiempo, prescindir de la historia, significa prescindir de Él y pecar —escribió Fata Morgana, cuyas ideas se convirtieron en mandamientos crestomáticos de los C. Nada conocemos sobre el futuro; alargar nuestra vida o interrumpirla, todo está en manos del Relojero". Como puede apreciarse por esta cita, de manera consciente o inconsciente todos los cronistas creen que el tiempo es finito. Con base en esto, los anemófilos proclamaron su herejía ("Si el tiempo es finito, entonces el Relojero no es todopoderoso").



Los adoradores de Cronos, como se desprende de su nombre, poseen una historia tan larga como esta divinidad, artera y pérfida. Se desconoce con exactitud por qué y cómo adoptaron este nombre, y cuándo los adoradores de Cronos comenzaron a ser llamados C. Posteriormente los C. rebasaron los marcos de la sociedad religiosa y abordaron actividades diversas, hallando más y más partidarios. Los estatutos de la sociedad proclamaban la obligatoria observancia de la idea del reposo, de la invariabilidad y un santo interés por la historia, así como negarse a construir planes para el futuro. Muchos científicos, políticos y ciudadanos comunes que dieron con este documento descubrieron con satisfacción que eran 100% C., y que el ritual de iniciación de los C. nunca había sido fijado en documento alguno, lo que a pesar de toda la escrupulosidad de los C. sólo puede significar una cosa: que éste jamás existió.

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