jueves, 8 de octubre de 2009

crónicas perrunas...

Hace unos días padecí una fuerte alergia en la piel, soy una perra muy sensible, qué le vamos a hacer. El caso es que me llené de ronchas y me subió la temperatura, picaban mucho las condenadas y no podía dejar de rascarme. Cuando Loquia me vio se asustó mucho porque parecía un pimiento morrón. Eso le dijo a Solo gritando: "¡la perrita parece un pimiento morrón!". Así que Loquia decidió llevarme rápidamente al veterinario, ya sabéis lo que detesto a los susodichos, siempre con sus termómetros preparados para meter en el culo, y sus inyecciones que todo lo curan. Ese día estaba lloviendo y nosotros no tenemos coche, así que Loquia decidió arriesgarse e ir a la parada de taxis para ver si había suerte, al fin y al cabo, era una situación especial, de urgencia. Pues nada, con la lluvia mojándonos los amables taxistas ni nos miraron, bueno algo sí, lo justo para decirnos sistemáticamente NO. A pesar de ver a Loquia con la cara desencajada, a mí a punto del shock anafiláctico, y a estar todos allí sin dar ni golpe -será por la crisis-, ni uno solo quiso llevarnos. La decepción fue grande, y la verdad es que me sentí como un ser apestado por aquellos humanos. Creo que soy una perra educada y limpia; y creo que Loquia también lo es, en versión humana, claro, así que no entendí la negativa. Loquia levantaba las manos y decía cosas como: "y luego se quejan de la crisis, será posible".


Loquia decidió entonces llamar a un radio taxi, y la chica que cogió el teléfono le dijo que iba a preguntar si algún taxista estaría dispuesto a llevar a un perro. Perdonen por la expresión pero ¡Coño!, que soy una perra y pequeña, no un cocodrilo o un rinoceronte. ¿Cuántos humanos sucios y apestosos se sientan al día en los taxis?


Por desgracia esta historia se repite en el resto de transportes públicos, y también en restaurantes, playas, parques y hoteles, donde se niega la entrada por sistema a mascotas sin antes comprobar el grado de educación de las mismas. ¿Se puede tratar a todos los humanos de la misma manera? Pues a las mascotas tampoco. Pagar justo por pecador es algo normal en esta sociedad, pero creo que hay casos y casos. Creo que una sociedad moderna y avanzada es aquella que sabe distinguir estos casos, y promueve fórmulas de convivencia común. En Alemania, Francia, Inglaterra, o incluso Estados Unidos, las mascotas son admitidas en sitios que aquí todavía vemos como imposibles.

Por fortuna existen asociaciones como elrefugio.org, que realizan campañas de concienciación para que se admitan mascotas en lugares hasta ahora prohibidos. Espero que poco a poco se reconozca socialmente, el lugar que ya ocupamos dentro de las casas y en las familias. Para ello es necesario que los humanos nos vean como algo más que un ser con el que desahogar sus frustraciones, o con quien dejar al niño para que se entretenga. Son muchos ya los que nos eligen como compañeros de vida al margen de otros humanos. Y es lógico, nosotros no traficamos con los sentimientos, amamos y dejamos que nos amen, sólo eso.

1 comentario:

  1. NO trafican con el amor...
    eso es lo que son los animalitos



    amo amis gatooooooooooos

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